Manuela Carmena

Manuela Carmena en Lanzarote

El pasado viernes tuve el privilegio de asistir a una charla organizada por CCOO en San Bartolomé, donde conocí en persona a Manuela Carmena, una de esas figuras que demuestran que la política aún puede ser un espacio de honestidad, empatía y humanidad. No era la primera vez que escuchaba hablar de ella, pero verla  en directo confirmó algo que ya creía: su forma de entender el servicio público es algo muy raro en estos tiempos de cinismo y desafección.

Carmena no es una política convencional, y lo mismo  por eso nunca ha encajado del todo en los esquemas tradicionales del poder. Cuando atiendes a sus palabras rápidamente  te das cuenta que no busca la confrontación por la confrontación, ni el aplauso fácil, sino que prioriza  el diálogo y la autocrítica, una cualidad poco habitual en quienes han ocupado cargos de responsabilidad. Su mirada transmisora de bondad no es la de alguien que quiere imponer su verdad, sino la de alguien que valora saber escuchar.

Durante la charla, su cercanía quedó patente. Habló con calidez, sin florituras ni discursos vacíos. Manuela Carmena no necesita grandes gestos para conectar con la gente porque su forma de expresarse, su forma de estar, transmite una humanidad que rara vez se encuentra en el ámbito político.

Su presencia en Lanzarote fue un recordatorio de que la política no tiene por qué ser un fango de intereses y estrategias vacías. Hay otra manera de hacer las cosas, una en la que el compromiso con la gente  no es un lema de campaña, sino una forma de vida.

En un momento en el que la política parece estar más dominada por la crispación que por el entendimiento, conocer a Manuela Carmena fue una ráfaga de aire fresco. Su trayectoria demuestra que es posible gobernar con empatía, con sensibilidad y con una visión humanitaria que coloca a las personas en el centro de las decisiones.

Después de escucharla, por cierto , una fuga de agua inundaba mi casa (fue la única poderosa razón para abandonar la conferencia), me fui con la sensación de que, a pesar de todo, aún hay esperanza. Mientras existan referentes como ella, el camino hacia una política más justa y honesta seguirá siempre abierto.

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