Querido Antonio Quintana:

Hace menos de dos años jamás habría imaginado que me vería en la necesidad de respaldar una decisión tan dura y a la vez tan honesta como la que decidiste tomar. Con esta acción das un paso que, lejos de ser una renuncia al ideal canario, representa un grito de autenticidad y renovación, yo ya lo hice hace 20 meses. Tú carta abierta a la militancia de Nueva Canarias resuena con la fuerza de la convicción: “Acabo de decidir darme de baja de Nueva Canarias”, escribes, expresando el dolor de ver cómo el ego, estancamiento y enrocamiento del dueño del partido han impedido –a pesar de tus reiteradas llamadas al diálogo– la transformación necesaria para el futuro de la organización.

Amigo mío tú no eres ajeno a la lucha. Durante 38 años has transitado por diversas formaciones nacionalistas de izquierda, sintiendo un compromiso profundo tanto con tus ideales como con la aspiración de una Canarias mejor. Tú trayectoria, forjada en la intersección de tu fe cristiana y convicción política, te ha enseñado que cuando ya no existe amor –o voluntad de cambio – lo más honesto es la libertad. Así, tú decisión no es fruto de un mero desencanto, sino de la profunda reflexión sobre el camino que debe seguir el nacionalismo progresista en Canarias para adaptarse a las nuevas realidades.

En tu carta, recuerdas algo muy importante que dejas caer con cariño y gratitud a compañeros y amigos, señalando que la militancia se forja en el esfuerzo por construir una sociedad fraterna e igualitaria. Sin embargo,eres consciente como muchos en que el “enrocamiento de la dirección” ha dejado de ofrecer el impulso y la ilusión que tanto se necesitaba. Es, en efecto, imposible imaginar un futuro en el que la unidad se mantenga sin una renovación real de liderazgos y de alianzas que incorporen a nuevas voces. No se trata de olvidar la historia, sino de aprender de ella para que las organizaciones políticas como es el caso, sean capaces de “cuadrar el círculo” y de no quedar atrapadas en estructuras rígidas que, lejos de progresar, impidan la conexión con los ciudadanos y las respuestas a las necesidades reales de Canarias. El problema querido amigo , es que en esta cuestión concreta ya es demasiado tarde, no hay solución.

Desde mi opinión personal, y como ya te recordé antes, dejé está organización hace casi dos años, apoyo plenamente tu decisión y la de todos aquellos compañeros y compañeras que decidieron o decidan seguir tus pasos. Esta acción es un acto de coherencia con tus convicciones personales y profesionales, un ejemplo de integridad en un contexto político que clama por cambios. Cómo bien dices al marcharte de Nueva Canarias, no cierras una puerta, sino que abres otra en la que se asoma un futuro donde la militancia y los simpatizantes puedan participar de manera activa y renovada, contribuyendo a la construcción de una “organización nacionalista progresista” que siga siendo fiel a sus ideales y, al mismo tiempo, capaz de reinventarse.

Hoy, más que nunca, necesitamos reconocer que la transformación interna es esencial para enfrentar los desafíos que Canarias vive. Tu decisión no solo es digna de elogio, sino que debería inspirar a todos los que desean un cambio real en nuestras instituciones.

Hoy más que nunca es necesario generar un cambio con la mirada puesta en el bienestar de Canarias. Me despido recordandote con nostalgia , aquella tarde cuando decidieron poner sobre la mesa y sin dar la oportunidad ni tan siquiera a debatir el término CANARISMO para definir a un proyecto claramente nacionalista llevándolo a la más profunda confusión – ambos coincidimos que tal ocurrencia sería el principio del fin.

Un abrazo

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